El aumento de la longevidad ha cobrado gran importancia en el siglo XX, sin embargo en países desarrollados conlleva un efecto indeseado: el aumento de la esperanza de vida se une a una baja natalidad, que provoca que la pirámide demográfica tenga la siguiente forma:
Los ancianos están valorados en la sociedad como un grupo cultural, que nos aportan sus experiencias vividas a lo largo de los años. Según José García Férez, “la pérdida de importancia y relevancia social de los mayores ha propiciado lo que en la actualidad se denomina técnicamente etaísmo”. Este etaísmo es un conjunto de valores o actitudes que vienen a marginar en todos los órdenes de la vida al anciano y, a su vez, a producir un deterioro de la estima social. El culto a la juventud, a la velocidad, la actualidad, el descrédito de la madurez, la pérdida de valores tradicionales, los cambios de hábitos culturales, la desintegración de la familia, la obsesión por la salud y la forma física, etc., son fenómenos que, directa o indirectamente, vienen a suplantar la función de los ancianos. Por ello creo que es importante que los ancianos no sean tratados como un grupo cultural olvidado, sino que nos enriquezcamos de su experiencia y de la labor que han desarrollado durante toda su vida.
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